- El calentamiento global, la explotación de las selvas, la tala, el tráfico de especies salvajes y el comercio de carne de selva acercan virus desconocidos y mortales y ponen en riesgo a las poblaciones humanas.
- Desde la declaración de la pandemia por el virus COVID-19 numerosas voces y estudios científicos defienden el papel de la naturaleza como barrera protectora ante nuevas enfermedades.
Una naturaleza saludable, además de albergar y dar cobijo y sustento a las especies salvajes, mantiene diluidos y alejados los virus patógenos que pueden convertirse, como estamos viendo, en una terrible amenaza para el ser humano. En el interior de un ecosistema fuerte estos patógenos no prosperan. Por una parte, se diluyen en las poblaciones de animales sanos acabando en muchos casos en una especie que lo secuestra, que no lo contagia, evitando así su dispersión. Por otra, los predadores naturales eliminan a la mayor parte de los animales enfermos disminuyendo así la propagación y diseminación del patógeno.
Sin embargo, la explotación desmedida de los recursos naturales del planeta está provocando una degradación creciente de todos los ecosistemas, de la naturaleza en su conjunto. Y las consecuencias pueden llegar a ser catastróficas. El calentamiento global debilita estos hábitats y los hace más vulnerables a los patógenos. La explotación de las selvas, la tala, el tráfico de especies salvajes y el comercio de carne de selva acercan estos virus desconocidos y mortales a las poblaciones humanas poniéndolas en un riesgo constante.
Los conservacionistas llevan décadas alertando sobre las graves consecuencias globales que tienen nuestras acciones locales en el deterioro del planeta. Desde la declaración de la pandemia por el virus COVID-19 han salido a la luz voces y estudios científicos que defienden el papel de la naturaleza como barrera protectora ante virus tan contagiosos como este.
Desde la Fundación BIOPARC, nos sumamos a esta urgente llamada que manifiesta la necesidad de un cambio de actitud hacia la protección de la salud del planeta; una salud de la que depende íntimamente la nuestra. Si paramos el comercio ilegal y el consumo de animales salvajes, si paramos la degradación de los ecosistemas, si paramos el calentamiento global, estaremos protegiendo la biodiversidad. Proteger nuestros ecosistemas, nuestra biodiversidad, es protegernos a nosotros mismos y ofrecer un futuro a las generaciones futuras.